Los músicos que se encuentran en el
metro han de pertenecer al AMUC, pagar una cuota mensual y someterse a una
prueba, un casting en el que se evalúan sus habilidades y se les exige una
cantidad de repertorio determinada, ofreciendo así una música de calidad a los
transeúntes. En el caso de saltarse estos pasos, los músicos pueden ser
sancionados con una multa de hasta 6.000 euros.
Todo este proceso de selección y
organización surgió a partir de la propuesta lanzada por parte del AMUC y la
asociación de artes de la calle de Barcelona en el 2002, en la que mostraba la
problemática existente en este sector. Los diferentes artistas, tanto del metro como
de la calle, discutían por el espacio, prolongaban mucho sus actuaciones,
obstaculizaban al peatonal, tenían un fuerte impacto sonoro y carecían de
calidad. Así pues se pusieron manos a la
obra para garantizar la pluralidad de expresiones artísticas
que caracterizan internacionalmente a Barcelona, y no un proceso de
amontonamiento según disciplinas artísticas, mejorar el control de toda su problemática y
la convivencia ciudadana e integrar a los artistas de
calle a la vida cultural de la ciudad de manera formal, procurando la mejor
calidad artística en las calles de Barcelona para contribuir al embellecimiento
cultural y a la explotación turística de la misma.
Ahora la TMB se encarga de señalar
una serie de puntos, cuarenta concretamente, que luego reparte entre los
candidatos seleccionados teniendo en cuenta el impacto sonoro y la aglomeración. Esta elección se realiza cada 15 días y, como
me decía la secretaria de la oficina del metro, pese a la variedad de puntos el 25 es el más demandado; la parada de
Verdaguer. Por lo visto allí la gente es muy generosa y disponen de un amplio espacio para tocar.
Una vez conocido el proceso que debe
seguir el artista, estamos preparados para saber más acerca de su asociación y
a los diferentes asociados, no os perdáis detalle durante las próximas entradas.
Eva Ribelles
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