sábado, 11 de enero de 2014

Lluís Paloma Sánchez: “La música es física del sonido aplicada”

Lluís Paloma, compositor nacido el 1975 en Terrassa, Barcelona, empezó su formación musical a los 6 años, aunque afirma que no se hubiera planteado nunca el dedicarse a esto de no haber conocido a Philip Glass a los 13. Un año más tarde escribió su primera pieza musical, muy inspirada en este músico, y a los 17 encontró su propio camino con un par de piezas de música aleatoria sobre soporte magnético.  Además, Lluís estudió Ingeniería  de Grabación en Manresa, algo que considera indispensable para su actual profesión.



El momento definitivo de Lluís llegó con “Corrupció Automobilística a Liechtenstein”, un álbum de 74 minutos de duración que le llevó 10 años de trabajo y en el que aunó un sonido orquestal basado en sintetizadores, guitarras y efectos como reverb o delay con polifonías vocales y letras muy cuidadas; aunque como toda su obra, este disco continúa inédito. A finales de 2010 creó su grupo, “Lluís Paloma i Els Visitants”, con el que ha actuado tanto en Ràdio televisió de Cardedeu como en escenarios escogidos como la Casa Museu Alegre de Sagrera en Terrassa.

Este polifacético compositor tiene una definición algo diferente a lo que estamos acostumbrados de la música: “La música es física del sonido aplicada, operada desde la teoría de la información. Al hablar de estilos musicales creo que es mucho más correcto hablar de sistemas, subsistemas o conjuntos de sistemas formados por sonidos discretos, más que de lenguajes. Y componer no es sino generar nuevas secuencias de ondas”. Asegura que hace años que no siente “emociones” con la música, pero que eso no impide que no le gusten muchas músicas diferentes; “sus leyes las aprenderás mucho mejor en un aula de física o un curso de ingeniería de grabación”.

Recuerda dos historias que nunca olvidará: “lo mejor, sin duda, un concierto en julio de 2011 con la primera formación de Visitants, en el marco incomparable del patio de la Casa-Museu Alegre de Sagrera, joya del Modernismo catalán, la gente se lo pasó en grande y los músicos recuerdan aún este concierto como algo especial”. Lo peor fue apenas dos meses antes cuando estrenó una pieza “que resultó ser un caos”, esto logró que pasase de su carrera como cantante clásico y que, aunque siga en el coro “La Massa Coral de Terrassa”, está ahí por amistad y por tener buen oído, pues prefiere centrarse en el rock.

Lluís comparte todo este mundo con su afición por la pintura, el dibujo y la escritura. Forma parte del colectivo “Un Munt de Mots”, que asegura que le está sirviendo para coger carrerilla; escribió un texto muy importante para él: http://lluispaloma.blogspot.com.es/2013/05/information-about-trinity.html.  En estos momentos sus metas son: tratar de ganar dinero con la música y ganar prestigio como compositor; algo que está consiguiendo dentro del círculo de músicos independientes. 

jueves, 9 de enero de 2014

Jordi Jardí Baraja: “Nunca decidí que iba a ser músico, la vida te lleva”

Jordi es un catalán de 49 años, que  a los 12 ya quería ser como Los Beatles. Se construyó una guitarra de madera de pego e iba a todas las fiestas haciendo playback, hasta que a los 14 su padre le regaló su primera guitarra española y aprendió a tocarla solo. Afirma que nunca ha decidido de una manera unidireccional que iba a ser músico, “la vida te lleva”, volvió a coger la guitarra después del parón juvenil cuando se separó en el 2000, y desde entonces se lo ha tomado más enserio. Compagina esta profesión con su trabajo, que es diseño gráfico, es autónomo y freelance.



En estos momentos está con la Banda Mutante, que es la representación de los músicos del metro, toca el bajo y canta sus temas, hacen canciones propias y actúan en centros cívicos y demás. “La meta es seguir progresando en todos los campos musicales: voz, guitarra y bajo, formarme al máximo y ya veremos lo que viene”

El proceso creativo de construir nuevas canciones, según Jordi, depende de dos ingredientes: la letra y la música. A él le gusta escribir pero también adaptar sus pensamientos a ritmos que crea, y de ahí nacen las canciones: “Teniendo una armonía preconcebida es fácil ajustar una letra que hable del tema que quieres a ese ritmo o frecuencia melódica”, añade. 

Para acabar, Jordi cuenta una anécdota que le ocurrió mientras tocaba en Passeig de Gràcia:” Un tío en silla de ruedas se me acerca, yo estoy tocando, el tío va tatuado y es corpulento, me pide que le toque algo que le pueda gustar, entonces toco “Llença't” de LAX'N'BUSTO, una banda de aquí,  al final del tema estaba tan emocionado que le saltaban las lágrimas, nos dimos un abrazo y yo también casi me emociono”. 


Hans Seminario: “La música tiene el poder mágico de sanar el alma en cuestión de segundos”

Hans Seminario “Rewolver” es un peruano de 36 años procedente de una familia de artistas, por lo que su interés por este mundo se despertó desde bien pequeño.  Esta condición le permitió formarse sin necesidad de asistir a clases de música, se define como “un guitarrista totalmente empírico”. 



Antes de dedicarse totalmente a la música Hans terminó su carrera de ingeniería forestal y ejerció la profesión hasta hace 9 años; cuando la falta de horas para dedicarse a su verdadera pasión le llevo a renunciar al trabajo y apostar por la música. Sus amigos lo definieron como “suicidio académico”, pero a él no le importó: “mi destino ya estaba trazado bajo mi verdadera piel, que es la música, y por suerte mi familia siempre me apoyó”.  En su tiempo libre le gusta leer sobre la ecología actual y algunas obras clásicas, actualmente está aprendiendo a dibujar y pintar. 

Hans se hizo socio del AMUC en enero del 2011, es el número 342, y se siente muy orgulloso de ello; la define como una gran familia musical, con mucha riqueza y variedad cultural de diferentes rincones del mundo. “Tocar en el metro es la sensación más sublime de mi vida porque jamás pensé que el sonido de una guitarra pueda originar una gama infinita de efectos en el público que va sólo de paso durante su trayecto”. Afirma que la música tiene un poder mágico de sanar el alma en cuestión de segundos, que actúa como un filtro que nos puede llevar a otras realidades inescrutables.  Para él, la mayor recompensa es una sonrisa del público, o un dedo pulgar apuntando hacia arriba; cada vez que le sucede esto se siente realizado y completo.

Hans nos cuenta una increíble historia de una de sus actuaciones: se encontraba en el “túnel de la muerte”, el largo pasillo de Passeig de Gràcia, tocando la canción “Have you ever seen the rain” y una chica pasó varias veces hasta que se paró frente a él y se sentó a llorar.  Recuerda que se quedó consternado al verla llorar y dejó de tocar, fue hacia ella y le preguntó qué le pasaba, entre lágrimas le contestó que esa era la canción favorita de su padre que había fallecido recientemente y le pidió que la volviera a tocar. “Quizás durante esos cuatro minutos que duraba la canción, mi guitarra y yo diseñamos un puente de unión entre este mundo y la otra dimensión dónde estaba el padre de esta chica. Fue algo totalmente mágico.” 

Actualmente Hans está preparando nuevas canciones para grabar su segundo álbum, el primero lo sacó el 2011, “Biósfera Blues”, las canciones de cual las escribió aislado, en un lugar apropiado para la inspiración bajo la complicidad del silencio de las madrugadas. Se pueden encontrar algunas de sus canciones rewolver.wix.com/blues. 


domingo, 5 de enero de 2014

Maurici Ribera: “Espero que el día en que tenga que dejar la música nunca llegue”

Maurici Ribera es un catalán, natal de San Joan de Vilatorrada, de 34 años conocido artísticamente como “The Missing Leech”.  En su familia siempre se le ha dado mucha importancia a la cultura y a despertar interés por ella, tiene un hermano músico y otro dedicado al musical, además sus padres siempre han escuchado canciones de grupos muy variados. Recuerda como un profesor de música en primaria le acercó a este mundo de una forma muy divertida y como su empeño en parecerse un 5% a sus ídolos le hizo trabajar y esforzarse para poder llegar a ser como ellos. 



Hizo dos cursos de solfeo y dos años de canto coral, pero su formación es en su mayor parte autodidacta. Montó su grupo sobre el 2000 sorprendiendo a su familia “ni para bien ni para mal”, estos le ayudaron desde el primer momento. Muchos de sus referentes se encuentran en su círculo familiar: “Mi bisabuelo también se llamaba Maurici y hizo algo parecido hace casi 100 años”.  

“The Missing Leech” es una sola persona, pero a veces trabaja en formato de dueto o banda. Para construir nuevas canciones sigue el orden letra-música, aunque para las piezas más tranquilas lo hace a la inversa.  Se pueden escuchar en http://themissingleech.bandcamp.com/, youtube o, dentro de poco, en Spotify con el sello “Mamut traçut”. Ahora espera poder reemprender los conciertos, así como empezar a grabar su tercer disco. 

Tiene muchas anécdotas de sus actuaciones, una de las que más le gustan fue cuando tocó en un teatro muy curioso en la ciudad de Lyttelton de Nueva Zelanda. Era un teatro espectacular en el 3r piso de un supermercado: “La lámpara gigante que iluminaba la sala era una reproducción tamaño gigante de la “Estrella de la muerte” de la Guerra de las Galaxias”.  Otra fue en las navidades del 2009, pasó la Nochebuena tocando en un restaurante vietnamés de Luxemburgo con un puñado de ex presidiarios portugueses algo borrachos: “Los camareros me acompañaron al hotel por mi seguridad. Toqué con un equipo de Karaoke. Muy freaky todo”  

Pero la vida profesional de este músico no se acaba aquí, Maurici también es profesor de inglés en primaria, y comparte estas dos dedicaciones con su pasión por el cine, la lectura, los idiomas y viajar.  Su meta es: “Dejarlo el día que deje de pasarlo bien en el escenario o grabando”, pero añade: “Espero que ese día nunca llegue” 

Víctor Morato Ribera: “Nuestra meta es contar historias y buscar nuevos formatos para transmitirlas”

Víctor Morato es un catalán de 25 años al que siempre le ha llamado la atención la música, pero nunca pensó que acabaría dedicándose profesionalmente a ella. Fue cuando se juntó con varios amigos para formar un grupo cuando su interés  creció, y hace cuatro años decidió que este era su camino en la vida. Actualmente compagina esta profesión con un curso de enologia, pues también le encanta la gastronomía y el vino. 



Víctor se ha formado en clases de música, pero gran parte de su habilidad la ha desarrollado en solitario. Tiene varios referentes en este campo por su forma de trabajar, como Albert Pla, Pascual Comelade o Silvia Pérez Cruz, aunque afirma que no es de los que idolatran a nadie.  Compartió espacio con la asociación AMUC cuando le dejaron un espacio para poder dar a conocer su disco. Piensa que es una buena organización pero, por causas ajenas, no dispone de muchos sitios: “da la impresión de que los músicos siempre molestamos”. 

El grupo “Seis pájaros de un tiro” lo formó con varios amigos, aunque también se incorporó gente que conoció por internet o bien había llegado a él por recomendaciones. Él es quien suele llevar “esqueletos” a los ensayos, compuestos por unos acordes y una letra, y luego les dan forma entre todos.  Otras veces es el guitarrista quién le pasa la música y él intenta acoplar la letra. 

Su música se puede encontrar en la web: www.seispajarosdeuntiro.com, así como en Spotify, además Víctor también hace música para teatro o otras finalidades por encargo, esto se puede ver en su página http://victormorato.com/ .

En estos momentos siguen creciendo y madurando cómo músicos, su meta es contar historias y buscar nuevos formatos para transmitirlas, hacen conciertos teatralizados dónde cuentan las canciones a través de la danza, el circo y la poesía. Un ejemplo de innovación tan necesaria en estos tiempos en los que parece que todo se estanca. 

lunes, 23 de diciembre de 2013

Santiago Castillo: “Mi sueño es hacer música, así que se hace realidad cada día”

Santiago Castillo, artista procedente de Maldonado, Uruguay, tuvo claro desde niño cual quería que fuera su camino en la vida, la música.  Siempre le atrajeron los instrumentos y lo espectáculos, los discos y conciertos, que se encargaron de marcarle el rumbo.  Vino a Barcelona el 2004, desde entonces es socio del AMUC,  uno de los socios más antiguos que sigue en activo y toca exclusivamente canciones propias. 


Asistió a clases desde pequeño donde un par de profesores le dieron la base en el teclado, luego continuó investigando, como autodidacta, tanto teoría musical como tecnología aplicada a la música; además afirma que “la interacción musical con otros músicos y lo que te pueden transmitir también es una gran escuela”, así como escuchar música, ya que ayuda a conocer todas las posibilidades sonoras, recursos y estilos para poder encontrar los tuyos propios y formar con el tiempo el sonido que te represente.  Dice que cada vez le importa menos el virtuosismo y más la personalidad, el distinguirse del resto. 

Santiago siempre ha tenido el apoyo de su familia, pues desde los juegos de niños, los grupos de la adolescencia y su continua dedicación, la música ha persistido como una pasión definitiva; “siempre estuvo claro que hacer música es lo que más disfruto de la vida”.  Pero esto  no es lo único en la vida de Santiago, estuvo muchos años como docente en educación secundaria, le interesa el arte, la plástica y el diseño, y más que nada los escenarios: teatro y danza; trabajó como técnico de sonido y actualmente graba y hace producción artística en su propio estudio. 

En estos momentos, Santiago está presentando su nuevo disco junto con el catalán Miquel Simó, en batería, y el argentino Marcelo Acosta, en el bajo. Él mismo compone las canciones y hace las maquetas en su estudio, dejando las puertas abiertas a algunos arreglos que crean convenientes los otros componentes del grupo en función de cada canción. Para los conciertos llevan mucho equipamiento por lo que lo han tenido que adaptarlos cuando van al metro utilizando materiales reciclados que “os sorprendería como suenan”.  

Santiago afirma: “mi sueño es hacer música, así que se hace realidad cada día”, pero como en todo, siempre se puede seguir creciendo, llegar a más gente y permitirse trabajar en otro nivel de producción, por ello aprovechan cada oportunidad de tocar y difundir su trabajo. Venden discos tanto en conciertos como en Internet: “Son hermosos esos encuentros mágicos de gente reconociéndose en una música”. (www.santiagocastillo.es)

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Agustín Salvatierra: “Algún día El Observador y Agustín serán uno solo”

Agustín es un músico procedente del sur del continente Americano, concretamente de Buenos Aires.  Su interés por la música se despertó algo más tarde que el de los músicos con los que habíamos hablado, a los 32 años, siguiendo a referentes como Alejandro Megias, Manuel Megias, Ruben H., Fernando Doy, Hugo Sales y Stanis Vojthejokvsky entre otros.  Es autodidacta absolutamente, poco a poco ha ido puliendo diferentes aspectos hasta conseguir la buena música que le caracteriza y que se puede escuchar en su web: http://grooveshark.com/#!/album/Ocaso+Nacimiento+Desarrollo/8390591




Al llegar a Barcelona conoció a la asociación de músicos AMUC, que define como la experiencia viva más interesante que ha visto en su vida: “Con sus luces y sus sombras, expresada a través de las luces y las sombras de los seres humanos que la componen ha tenido la capacidad de crear valor en sus diferentes etapas para que se siga desarrollando la actividad de hacer música en el metro y a partir de ello otras actividades como el Ciclo por los Centros Cívicos”.  No olvida los rituales previos a los conciertos con la Banda Mutante, en los que los protagonistas eran las cosquillas y las bromas entre los músicos. 

Agustín a creado un personaje, un personaje que es él mismo visto desde fuera; El Observador 73. Esto le permite conocerse mejor, tener una mirada más creativa de la realidad que busca escindirse de la normalidad aburrida y cobarde que nos limita; “algún día El Observador y Agustín serán uno solo”. Su sueño se encuentra el en proceso, el proceso es hacerlo y transitarlo es el sueño. 

Este músico escribe sus canciones plasmando las emociones de la vida cotidiana, normalmente angustiantes, que no podría encontrar otra forma de expresarlas si no fuera una canción; a partir de ahí surge la armonía y la letra.  
Para acabar, Agustín nos regala un fragmento escrito por él mismo, o mejor,  por el Observador 73; “Por el túnel del metro”: 
Por el túnel del metro yo veo la vida pasar cómo un juego del tiempo, gente que viene y que va. Postal humana del ser que entre las crisis de hoy se dispone a existir, pasa Caín, pasa Juan, que hoy decidió a apostar negro y rojo en el amor. El chino y su guitarra persiguen quimeras. El chelo de Oleg que perdió la razón en un campo helado allá en la gran Siberia, loco. Y ahí vas vos, quién sos que esperas. Lo vas a intentar o vas a hacer lo que te dicen que hay que ser y parecer. En la parada 16, en el Clot en Verdaguer, te alientan y te desaíran, un escenario total, público artista, todos al mismo nivel. En Plaza Sants, en el puesto 10, en el Passeig en Poble sec tintinean gruesas monedas. Quién quiera oír, ahí está. Y en los pasillos, acordes de todo el mundo, Nahuel hace un cante de inconclusas razas. Mi amigo el rumano me enseña la del clan, otra forma de estudiar. Hoy hace frio, la gente no vive, y yo transito con vos con estas fuertes raíces que me han dado, que me atan, que me llevan junto a vos ¿Quién sos que esperas? Por el túnel del metro yo veo la vida pasar, toda esa gente que va pasa el incrédulo de que hoy no podrá creer en mí, y tal vez mañana cante esta canción.